Jonas
me miraba
desde el cadalso con la soga al cuello, esperando que mis gestos
desvelaran la palabra.
El
verdugo había extraído la
definición del
bombo de los Juegos del Ahorcado. Nuestro código
secreto le había librado de la muerte en varias ocasiones, no tantas
como decían por ahí los escritores de novelas baratas, pero sí las
suficientes para haberlo convertido en leyenda.
Continuará en su Funzeen favorito, por cortesía de Xabi Lainez.
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